VICTORIA GRANT:
CÓMO ROBAN LOS BANCOS
CÓMO ROBAN LOS BANCOS
Foto: Miguel Dimayuga |
JOSE PAGÉS REBOLLAR |
Hay muchos policías afuera, los acabo de ver por la ventana. Están entrando a la casa. Me asomo por la ventana del jardín y efectivamente hay tres policías encapuchados con armas largas. Voy al pasillo y veo a otros tantos y más gente en la puerta de la cochera. Están subiéndose y han entrado también a la terraza.
Abra la puerta. Somos del juzgado 15 oral familiar. Traemos un instructivo. Es el juzgado donde
casualmentecayeron mis dos asuntos familiares por convivencia y alimentos en mi largo proceso de divorcio.
Los policías han rodeado mi casa. ¿Qué hiciste?, me pregunta.
Ayer denuncié por corrupción a la juez Luz María Guerrero Delgado de Leija ante el Consejo de la Judicatura de Nuevo León. Y me contesta:
Claro. Te van a detener.¿Pero por qué?... Yo no he hecho nada”. Ella contesta:
Esta es una reacción a tu acción. No te preocupes. Mando a la abogada.
No rompan la puerta, les grito. Abro y veo a la juez Luz María Guerrero Delgado de Leija, titular del juzgado 15 oral en materia familiar. Está acompañada de policías encapuchados con armas largas con uniforme de Fuerza Civil, la policía estatal de Nuevo León. Su secretaria, Ana Cristina Sepúlveda Martínez, que en su momento me solicitó dinero para
agilizar mi expediente, la acompaña. También están otros dos secretarios de su juzgado, uno de ellos lleva una cámara de video y está grabando la acción. Les grito: ¿Cómo se atreven a entrar a mi casa? ¿Con qué derecho? ¿Dónde está la orden de cateo, de detención? Usted, es una juez corrupta. Ayer la denuncié ante el Consejo de la Judicatura. Es una protectora de agresores. Reincidente. Usted ya fue denunciada ante la ONU. Ustedes dos son unas corruptas”.
Señora, está detenida por una falta administrativa. ¿Dónde están sus hijos? Nos los vamos a llevar. Antes de que me detengan, alcanzo a decirle:
Está bien, lléveme, pero a mis hijos nadie se los lleva. No los toquen.
conferencista y especialista en violencia de género. Tiene una sonrisa de satisfacción. ¿Qué está haciendo aquí?, pienso. ¿Cómo es posible? Lo denuncié por violencia familiar ante la agencia de Justicia Familiar de la procuraduría y el Copavide (Centro de Orientación, Protección y Apoyo a las Víctimas del Delito). De hecho, el Ministerio Público autorizó una orden de restricción. Se supone que no debe acercarse a nosotros, es un hombre violento. Está acompañado por sus abogados del despacho de Manuel Alí Jezzini Martínez, ex director de averiguaciones previas de la Procuraduría de Justicia de Nuevo León y ahora defensor de narcos del cártel de Sinaloa, entre otros ilustres clientes.
Alicia, me llevan arrestada. Es la misma juez. Ella me tranquiliza:
Es una venganza. Ahorita me muevo con los abogados. Le llamo a mi querida Carmen Lira, directora de La Jornada: “¿Qué pasó, mi hijita? Escucho su voz amorosa como siempre. Me quiebro. Lloro por primera vez. Le digo: “Carmen, me han detenido. Me tienen en una patrulla de Fuerza Civil. Hay un fuerte operativo en mi casa. Ayer denuncié a la juez… mis hijos, Carmen, mis hijos...” Me alcanza a decir que no me preocupe, cuando me quitan el teléfono:
Está usted incomunicada.
Vámonos. Hay que llevar el paquete. Dice una clave con un número que no entiendo. Hablan en lenguaje cifrado. Me sacan del municipio de San Pedro Garza García. No me llevan a donde dijeron. Me alarmo. Pregunto y no me contestan. Volteo para atrás y veo que César Valdez nos sigue. Detienen la camioneta y otro vehículo del operativo se detiene. Otro hombre al que le dicen
comandantepregunta:
¿De quién chingados es esa camioneta blanca que nos sigue?... Es mi amigo, le digo. “Pues a chingar a su madre. Que se vaya o lo detenemos por halconeo.” Aceleran. Nos perdemos. Me pasean. Así duramos un rato. Estoy en San Nicolás de los Garza. Conozco todas las prisiones de Nuevo León. Las he visitado para hacer reportajes, entrevistas… No identifico el camino. Finalmente veo que es la cárcel de El Alamey.
No la puedo ingresar porque el oficio no dice que tenga que estar detenida. El comandante de Fuerza Civil llama a la juez aparentemente a un celular. Han estado todo el tiempo en comunicación. Le dicta lo que debe decir y se van por el documento corregido. Me ingresan a la cárcel una hora después. Las celdas están medio llenas. Pregunto qué tipo de detenidos tienen: “robo, violencia, violación…” La custodio me revisa, el médico me examina. Un funcionario de la prisión me dice:
Su detención está hecha con maña. Cualquier falta administrativa tiene fianza de 2 mil pesos. La juez quiere que esté arrestada 36 horas. Veo a mi amiga Ximena Peredo y a María del Mar. Me dicen que los niños están bien:
Se los iban a llevar al DIF capullos, pero le argumenté cuestiones legales y no lo permitimos. Respiro profundo. Lloro. Las abrazo. Me cuentan que mi caso está en los medios, que hay mucha confusión.
Tiene usted un severo estrés postraumático. Le contesto:
Eso ya lo sé. Dígame cómo me lo curo. Nos reímos.
Estás aquí por orden de la juez, que está apoyada por Graciela Buchanan, presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Nuevo León, lo cual quiere decir, que hay línea del gobernador Rodrigo Medina para que te arrestaran de esa forma y te dejen aquí las 36 horas. Te quieren dar un escarmiento.