MEXICO, EL SISTEMA ELECTORAL
AL SERVICIO DE LAS ELITES DEL PODER
POR JORGE CARRASCO ARAIZAGA
Los comicios del domingo 1 confirman que en México no existe la
democracia, sino una simulación en la que los árbitros electorales vieron
impasibles cómo se fraguó el fraude mediante la compra y coacción del voto,
además de que no actuaron ante la construcción de la candidatura de Enrique Peña
Nieto por parte de Televisa ni ante la utilización descarada de las encuestas
como propaganda política. Quien afirma lo anterior es Miguel Eraña, doctor en
derecho y profesor universitario, en cuya opinión lo que hace falta al país es
una reforma que implique la desaparición del IFE, la Fepade y el TEPJF, pues
sólo son comparsas de las élites del poder.
Los llamados árbitros del sistema electoral mexicano están
rebasados. No pueden con los grupos de poder formales y de facto que
eluden cuanta reforma electoral se realice con tal de evitar un triunfo de la
izquierda en México. Desde la reforma electoral de 1990 obligada por el fraude
de Carlos Salinas de Gortari contra Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, se ha ido
conformando un sistema que sólo permite el traspaso del poder entre el PRI y el
PAN.
Se trata de una simulación de democracia, dice en entrevista el doctor en
derecho constitucional, especializado en derecho electoral y parlamentario,
Miguel Eraña, profesor de posgrado en la UNAM y de tiempo completo en la
Universidad Iberoamericana.
Hace seis años el Instituto Federal Electoral (IFE) y el Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) dejaron pasar la intromisión ilegal
del entonces presidente Vicente Fox y del Consejo Coordinador Empresarial,
respaldados por la televisión, para franquearle el camino a Felipe Calderón, por
lo que para Eraña “hoy subsiste un presidente de facto, en lugar uno
de jure”.
Pese a calificar esa intromisión como grave, el TEPJF validó la elección de
2006. Ahora los árbitros contemplaron cómo Televisa construía un candidato,
avalaron la compra y coacción del voto, callaron ante la utilización de las
encuestas como propaganda y con el recuento “legaloide” de la mitad de los votos
de la elección presidencial terminarán por validar a ese candidato, Enrique Peña
Nieto, como presidente de la república.
“Este sistema electoral –apunta Eraña– tiene más sombras que luces. Se parece
más a un sistema de liberalización política que a uno democrático. Pasamos de un
sistema de régimen autoritario a otro con un pluralismo deficitario, en el que
en lugar de libre juego hay un recambio periódico de titulares del poder con un
déficit de legitimidad democrática. Es menos malo que el anterior, pero no pasa
la prueba de un régimen democrático”.(PROCESO).
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