Jörg Demus, el último gran pianista clásico, nacido en 1928, en St. Pölten, Austria, cumple 80 años y tengo que celebrarlo.
Los artistas que difunden su arte por el mundo no tienen casa fija, habitan en hoteles, en casas de amigos, semejantes a los trovadores de la edad media, me decía Jörg, aquella ocasión que fui a entrevistarlo para una revista cultural, aquí en Guadalajara. Eran los años 70.
Y de ahí en adelante, cada visita que hacía a nuestra ciudad, nos saludábamos con afecto, compartíamos un poco de nuestro tiempo, y así fue surgiendo una amistad lejana, pero firme y que me conmueve.
Hace muchos años, con mis hijos pequeños fuimos a visitarlo, y al verlos, Jörg le hizo un cariño a Carlitos, y recordó que él había participado en el coro de los Niños Cantores de Viena. Me lo imaginé, me lo imagino, niño, niño bonito, con el traje tradicional de los cantores.
En otro tiempo, supe de su presencia, le busqué y quedamos de vernos al día siguiente. Desayunamos y me pidió que le acompañara al ensayo de las 12 horas con la Orquesta Sinfónica de Guadalajara, en el Teatro Degollado. Llegamos a tiempo, nos metimos a su camerino y mientras me daba su impresión sobre la vida musical en algunos países de Europa, escuchamos que la orquesta iniciaba el concierto número 5 para piano y orquesta de Beethoven, sin solista. Me miró sorprendido y echó a correr. Lo llamaban.
En 1970, bicentenario del nacimiento de Ludwig Van Beethoven, en Alemania, Jörg Demus y Paul Badura-Skoda fueron los pianistas que tocaron las sonatas del compositor nativo de Bonn, en homenaje y en recuerdo del memorable acontecimiento.
Beethoven es entrañable para mí, antes de irme de este mundo, me gustaría volver a escuchar sus 32 sonatas para piano, interpretadas por Jörg Demus.
En su cumpleaños 80, en su gira de despedida, Jörg realizó un concierto con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Nuevo León.
Los artistas que difunden su arte por el mundo no tienen casa fija, habitan en hoteles, en casas de amigos, semejantes a los trovadores de la edad media, me decía Jörg, aquella ocasión que fui a entrevistarlo para una revista cultural, aquí en Guadalajara. Eran los años 70.
Y de ahí en adelante, cada visita que hacía a nuestra ciudad, nos saludábamos con afecto, compartíamos un poco de nuestro tiempo, y así fue surgiendo una amistad lejana, pero firme y que me conmueve.
Hace muchos años, con mis hijos pequeños fuimos a visitarlo, y al verlos, Jörg le hizo un cariño a Carlitos, y recordó que él había participado en el coro de los Niños Cantores de Viena. Me lo imaginé, me lo imagino, niño, niño bonito, con el traje tradicional de los cantores.
En otro tiempo, supe de su presencia, le busqué y quedamos de vernos al día siguiente. Desayunamos y me pidió que le acompañara al ensayo de las 12 horas con la Orquesta Sinfónica de Guadalajara, en el Teatro Degollado. Llegamos a tiempo, nos metimos a su camerino y mientras me daba su impresión sobre la vida musical en algunos países de Europa, escuchamos que la orquesta iniciaba el concierto número 5 para piano y orquesta de Beethoven, sin solista. Me miró sorprendido y echó a correr. Lo llamaban.
En 1970, bicentenario del nacimiento de Ludwig Van Beethoven, en Alemania, Jörg Demus y Paul Badura-Skoda fueron los pianistas que tocaron las sonatas del compositor nativo de Bonn, en homenaje y en recuerdo del memorable acontecimiento.
Beethoven es entrañable para mí, antes de irme de este mundo, me gustaría volver a escuchar sus 32 sonatas para piano, interpretadas por Jörg Demus.
En su cumpleaños 80, en su gira de despedida, Jörg realizó un concierto con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Nuevo León.
Vi sus fotos: Cansado, encorvado, con muchos años a cuestas.
Aunque no me guste, el tiempo es inexorable, lo sé.
La vida del gran artista austriaco, hasta hoy, cumple una tarea de cultura musical de primer nivel.
Aunque no me guste, el tiempo es inexorable, lo sé.
La vida del gran artista austriaco, hasta hoy, cumple una tarea de cultura musical de primer nivel.
La misión se ha cumplido. Hombres como Jörg, iluminan este mundo oscurecido por la barbarie.
El ser humano, para justificar su existencia, debe cumplir una tarea con la sociedad. Mal, mal hace aquel cuya vida va por los caminos de la discordia, la ambición y el poder.
El ser humano, para justificar su existencia, debe cumplir una tarea con la sociedad. Mal, mal hace aquel cuya vida va por los caminos de la discordia, la ambición y el poder.
Jörg Demus con Carlos Esparza |
Demus al piano |