sábado, 6 de agosto de 2011
ALCOHOLISMO, INFIERNO
El alcoholismo es el infierno. Lentamente, dramáticamente, dolorosamente, he visto vidas hermosas que se apagan bajo sus efectos. Recordemos que el alcohol, desde que existe memoria, ha sido parte de la vida social en todos los tiempos. Está incorporado a nuestras existencias. Y en ocasiones, de una u otra forma, su adicción y sus consecuencias nos han alcanzado. Actualizándonos, recordemos el debate y sus resultados sobre el presidente alcohólico. O como sucedió con el galardonado Premio Nobel de Literatura el mexicano Octavio Paz que perdió a su padre bajo los estragos del alcohol en un accidente el 8 de marzo de 1936. A unos nos tocó también perder, bajo sus consecuencias, a seres queridos que bien pudieron ser hombres extraordinarios. A otros le ha tocado ver cómo se van consumiento en un abismo sin fondo, sus seres amados o personas allegadas. Es como si estuvieran atrapados en una telaraña sin escape alguno. Sólo nos queda reflexionar que ante este vicio, no sólo los hombres trascendentes, sino los hombres comunes como el que escribe, estamos expuestos a la adicción, a sus consecuencias y a caminar inexorablemente por ese laberinto que primero degrada, ensucia y envilece, y después devora y tiene un destino: La muerte. En esta sociedad inhumana que padecemos, o en este capitalismo que nos utiliza y nos devora, todos caminamos junto al filo de muchas navajas invisibles. Podemos cortarnos y desangrarnos en cualquier momento. Nadie está exento.
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