Y ERA NUESTRA HERENCIA
Por CARLOS MONSIVÁIS
Y ERAN las seis y diez de la tarde y de pronto, mientras el equipo de sonido divulgaba otra exhortación, rayó el cielo el fenómeno verde emitido por un helicóptero, el efluvio verde, la señal verde de una luz de bengala "desde la niebla de los escudos", desde el reposo de lo inesperado.
Y se oyeron los primeros tiros y alguien cayó en el tercer piso del Edificio Chihuahua y todos allí arriba se arrojaron al suelo y brotaron hombres con la mano vendada o el guante blanco y la exclamación "Batallón Olimpia" y el gesto era iracundo, frenético, como detenido en los confines del resentimiento, como hipnótico, gesto que se descargaba una y mil veces, necesidad óptica, engendro de la claridad solar desaparecida, descomposición del instante en siglos alternados de horror y de crueldad.
Y el gesto detenido en la sucesión de reiteraciones se perpetuaba: la mano con el revólver, la mano con el revólver, la mano con el revólver.
Y alguien alcanzó a exclamar: "No corran. Es una provocación!". Y como otro gesto inacabable se opuso la V de la Victoria a la mano con el revólver y el crepúsculo agónico dispuso de ambos ademanes y los eternizó y los fragmentó y los unió sin término, plenitud de lo inconcluso, plenitud de la proposición eleática: jamás abandonará la mano la protección de la V.
Y los tanques entraron a la plaza y venían los soldados a bayoneta calada y los soldados disponían al correr de esa pareja precisión que el cine de guerra ha eliminado (por infidelidad de la banda sonora) y que consiste en la certidumbre de la voz de mando, una voz de mando que se transformará en estatua o en gratitud de la patria, pero que antes es coraje y alimento, cansancio y fortaleza, severidad de los huesos, simiente de la obstinación, voz de mando que destruye los temores y las incitaciones, y cesó la imagen frente a la imagen y el universo se desintegró, ¡llorad amigos! Y el estruendo era terrible, como licencia de un sonido que puede ser múltiple y único, inescrutable y límpido. El clamor del peligro y el llanto diferenciado de las mujeres y la voz precaria de los niños y los gemidos y los alaridos se reunieron como el crecimiento preciso de una vegetación donde los murmullos son del tamaño de un árbol y lo plantado por el hombre resiste las inclemencias de un sol paralizado. Y los alaridos se hundieron en la tierra preñándolo todo de oscuridad.
domingo, 9 de octubre de 2011
sábado, 8 de octubre de 2011
PIAZZA, UNA VIDA DEDICADA A LA CULTURA
LUIS GUILLERMO PIAZZA |
Hablé por primera vez con Luis Guillermo Piazza después de su participación con Carlos Monsiváis en una conferencia sobre el estado de la cultura en México, en la ciudad de Guadalajara.
Piazza fue un hombre agradable, de extraordinarios modales, educado, caballeroso, con una amigable sonrisa a flor de labios, y siempre dispuesto a dar un abrazo fraternal y sincero. Cuando me daba su mano y me abrazaba, sentía su afecto. Y cuando coincidiamos en algún lugar, era capaz de desprenderse del grupo con el que convivía para ir a mi encuentro.
En sus visitas a Guadalajara nos hablábamos fraternalmente. El, argentino, había decidido vivir y morir en México, alguna vez me dijo. Muchos personas hablan de su ciclo de vida y mencionan la muerte, ese momento culminante en que desapareceremos.
El viernes 17 de agosto de 2007 murió Luis Guillermo. Al enterarme de su partida los recuerdos de nuestra amistad se agolparon. Vino a mí, aquella tarde en que nos reunimos en el legendario Cafe Tirol de la zona rosa en la ciudad de México, él esperaba a Carlos Monsiváis que nunca llegó, pero quien sí lo hizo fue el actor Enrique Alvarez Félix con el que tuvimos una plática muy agradable. Dejamos de vernos algún tiempo. El último día que convivimos fue una mañana soleada en Guadalajara y esa noche nos reunimos a beber la copa en el legendario Bar Los Panchos, en cuya pared colgaba una pintura de una mujer, -me dijo Piazza con cierto humor corrosivo-, muy parecida a Carmen Romano, entonces primera dama del país.
También llegó a mí el recuerdo de aquel día que le pedí un artículo para mi periódico independiente. Me dijo sí y que no recibiría ningún pago. Fue un gesto generoso, aunque nunca en firme le volví a plantear el asunto.
Hoy recordamos con gran afecto la figura de nuestro amigo el escritor argentino naturalizado mexicano Luis Guillermo Piazza, cuya vida se caracterizó por sus importantes aportaciones a la cultura nacional.
Sé que si Luis Guillermo viviera, este blog se honraría con su presencia. Siempre lo extrañaremos.
LUIS GUILLERMO PIAZZA, SU VIDA
México, 17 Agosto de 2007 (Notimex).- El escritor argentino, naturalizado mexicano, Luis Guillermo Piazza, creador del Premio Novela México, y fundador de la Editorial Novaro, una de las primeras del país en publicar historietas, falleció hoy aquí a los 86 años de edad. Los restos de Piazza, doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, son velados en su domicilio en la colonia Condesa, en una ceremonia privada, señaló en un comunicado el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). Nacido en Córdoba, Argentina, en 1921, Piazza, quien también fue doctor en Letras Angloamericanas por la Universidad Nacional de Córdoba, fue editor durante aproximadamente 20 años de la Editorial Novaro, una de las primeras en publicar historietas como "Tarzán","Superman", "Batman" y "El capitán Marvel", entre otras. Como miembro de esa casa editorial, una de las más importantes fuentes del comic traducido en México, creó el Premio Novela México, con el cual se ha reconocido el trabajo de escritores de la talla de Fernando del Paso, mexicano, y el español Joan Marsé, por mencionar algunos. En esa misma editora dirigió las colecciones "Grandes Escritores Latinoamericanos" y "Nuevos Valores Mexicanos", en las que en su momento publicaron sus primeras obras algunos de los ahora más reconocidos escritores nacionales, como José Agustín. Asimismo fue fundador y secretario general de Acción Cultural del Acuerdo OEA-UNESCO-Gobierno de México, asesor de la Presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y Asesor Cultural de la Unión Panamericana OEA, y Cronista de la Zona Rosa. Piazza, quien desde hace varios años padecía el mal de Parkinson, fue fundador-colaborador del programa de televisión "Para Gente Grande", docente en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Universidad Iberoamericana y en la Sociedad General de Escritores de México. A nivel internacional fue seleccionado en varias ocasiones por la Universidad de Cambridge, Inglaterra, para el "Who's Who" de personalidades mundiales de la cultura y también se desempeñó como investigador asistente en la Universidad de Yale, Estados Unidos. También participó como columnista, editorialista y cronista en revistas como "SNOB", "Revista Mexicana de Literatura", "Vogue", "PlayBoy", "Excélsior" y "El Financiero".
En este último diario publicó hasta el momento de su muerte y dejó varias publicaciones inéditas, dijo el INBAL. Controvertida figura del medio literario mexicano, por su carácter corrosivo e irónico, Piazza mereció no obstante, los comentarios benévolos de Alfonso Reyes, Victoria Ocampo, Andrés Henestrosa, Margarita Michelena, Alejandro Rossi, Salvador Elizondo, Susan Sontang y René Avilés Fabila, entre otros. Los libros que escribió son: "El tuerto de oro" (Era 1963), "La mafia"(Joaquín Mortiz, 1968), "El horror inútil" (Planeta 1968), "Fábulas"(Sur 1969), "Temporada de excusas" (Grijalbo 1982) y "Los cómplices"(Diana 1983). Fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y dejó varios libros inéditos de crónica y de cuento. Trabajaba en varios proyectos reuniendo sus artículos publicados en las columnas de "Gente conocida" y "De fantasmas y desagravios", así como un libro sobre los intelectuales y la violencia. Descanse en Paz.
En este último diario publicó hasta el momento de su muerte y dejó varias publicaciones inéditas, dijo el INBAL. Controvertida figura del medio literario mexicano, por su carácter corrosivo e irónico, Piazza mereció no obstante, los comentarios benévolos de Alfonso Reyes, Victoria Ocampo, Andrés Henestrosa, Margarita Michelena, Alejandro Rossi, Salvador Elizondo, Susan Sontang y René Avilés Fabila, entre otros. Los libros que escribió son: "El tuerto de oro" (Era 1963), "La mafia"(Joaquín Mortiz, 1968), "El horror inútil" (Planeta 1968), "Fábulas"(Sur 1969), "Temporada de excusas" (Grijalbo 1982) y "Los cómplices"(Diana 1983). Fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y dejó varios libros inéditos de crónica y de cuento. Trabajaba en varios proyectos reuniendo sus artículos publicados en las columnas de "Gente conocida" y "De fantasmas y desagravios", así como un libro sobre los intelectuales y la violencia. Descanse en Paz.
martes, 9 de agosto de 2011
Monsiváis, Conciencia Crítica de México
Una mañana de espléndido sol, en la década de 1970, bajábamos por la escalera principal del Palacio de Gobierno de Jalisco, en Guadalajara, mi querido hermano Carlos Monsiváis, mi entrañable amigo el escritor argentino Luis Guillermo Piazza, y el escritor jalisciense Guillermo García Oropeza, al que conocí ese día y a quien jamás volví a ver.
Invitado por Carlos y después de desayunar en el Hotel Morales, con los dos Guillermos caminamos por las calles de Guadalajara. Nos detuvimos a ver los murales del gran pintor José Clemente Orozco en el Palacio de Gobierno. Observé a Carlos que no perdía detalle de los murales que hoy son considerados un tesoro del pueblo de México. Y cuando terminamos de bajar la escalera para salir nuevamente a la calle, le pregunté: ¿Qué opinas de estos murales? Carlos volteó a verme y me contestó: "Es bazofia". Si consulto el diccionario de la Real Academia de la Lengua, bazofia puede ser, entre otras acepciones, "cosa soez, sucia y despreciable". Así era Carlos Monsiváis, te miraba de frente y te respondía de frente. Fue un crítico por excelencia.
Carlos Monsiváis. Foto de Daniel Mordzinski |
Una mañana de espléndido sol, en la década de 1970, bajábamos por la escalera principal del Palacio de Gobierno de Jalisco, en Guadalajara, mi querido hermano Carlos Monsiváis, mi entrañable amigo el escritor argentino Luis Guillermo Piazza, y el escritor jalisciense Guillermo García Oropeza, al que conocí ese día y a quien jamás volví a ver.
Invitado por Carlos y después de desayunar en el Hotel Morales, con los dos Guillermos caminamos por las calles de Guadalajara. Nos detuvimos a ver los murales del gran pintor José Clemente Orozco en el Palacio de Gobierno. Observé a Carlos que no perdía detalle de los murales que hoy son considerados un tesoro del pueblo de México. Y cuando terminamos de bajar la escalera para salir nuevamente a la calle, le pregunté: ¿Qué opinas de estos murales? Carlos volteó a verme y me contestó: "Es bazofia". Si consulto el diccionario de la Real Academia de la Lengua, bazofia puede ser, entre otras acepciones, "cosa soez, sucia y despreciable". Así era Carlos Monsiváis, te miraba de frente y te respondía de frente. Fue un crítico por excelencia.
Ese día que siempre recordaré, más tarde fuimos a tomar un aperitivo al elegante salón de la desaparecida Copa de Leche. Carlos estaba contento, y al son de la música de la Chica de Ipanema, cantó en portugués la letra de la célebre canción de Antonio Carlos Jobim. Después nos despedimos, y nos volveríamos a encontrar cada ocasión que le tocaba participar como conferenciante en la Universidad de Guadalajara.
Tiempo después, cenaríamos solos en el restaurant del Hotel Fénix. Escucharlo era y continúa siendo para mí una cátedra de amor por México, y una defensa de los más pobres de esta nación.
NUESTRO PRIMER ENCUENTRO
A Carlos Monsiváis lo vi por primera vez a mis 18 años. Perteneció a la masonería del rito escocés, al igual que mi padre Armando Esparza Martínez. La masonería no es una organización oculta, es abierta y está compuesta por hombres de todas las tendencias ideológicas. Lo que cuenta fundamentalmente es la hermandad. La masonería patrocinaba a la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad. Allí participaba mi hermano Armando. Yo asistí a tres sesiones para no volver. Carlos Monsiváis era el Hermano Guía de la Logia AJEF 18 de Marzo número 5. Se fue de la masonería, también para no volver.
CONCIENCIA CRÍTICA
Si hablamos de la conciencia crítica de México, Carlos fue su mayor exponente. Fue defensor de las minorías culturales y un decidido enemigo de las prácticas de intolerancia. Su estatura moral e intelectual nadie la discutió. Publicó más de treinta libros. Obtuvo una docena de Doctorados Honoris Causa de universidades de México y del mundo. Fue el cronista más importante de la ciudad de México. Nos heredó el Museo del Estanquillo, ubicado en la capital del país, que expone la coleccion de más de 14 mil objetos relacionados con la cultura nacional y que reunió al través de los años.
SOLIDARIO
Y un amigo solidario sin límite. Alguna ocasión, cuando yo editaba un periódico independiente le pedí su colaboración y su respuesta fue: "Tienes a tu disposición toda mi obra, sin costo alguno". Fue un gesto de solidaridad que nunca olvidaré.
AFECTUOSO
Después, cuando nos encontrábamos, nos abrazábamos con afecto, me preguntaba siempre por mi hermano Armando, al que recordaba muy bien, y sobre mi quehacer periodístico. Y así fueron pasando los años, tenía noticias de él, por sus protestas contra las actitudes bárbaras y atrabiliarias del estado mexicano.
HOMBRE HONESTO
Monsiváis, escritor, ensayista y periodista, fue un hombre honesto, pulcro, congruente con sus ideas políticas, apoyó abiertamente a Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial izquierdista al que le robaron las elecciones, y que representaba la luz sobre la oscuridad de este país saqueado hora tras hora por el capital extranjero con la complicidad de los gobiernos priístas y panistas, que en esencia son la misma bazofia.
VIDA Y MUERTE
Carlos Monsiváis nació en la ciudad de México el 4 de mayo de 1938. Falleció el sábado 19 de junio de 2010 a consecuencia de una fibrosis pulmonar, una enfermedad considerada autoinmune.
LUCIDEZ
Nuestra queridísima Elena Poniatowska a un año de la muerte de Monsiváis, lo recordó así: "Su lucidez implacable, su inteligencia crítica, su falta de poder personal y su total ausencia de privilegios, lo convirtieron en un defensor de los derechos civiles, en el intelectual que mejor supo protestar por las violaciones a los derechos humanos, en el ciudadano que mejor denunció la inmensa ineptitud y la codicia de los políticos que nos gobiernan".
LO EXTRAÑAMOS
A un año de la muerte de Carlos Monsiváis, nuestro hermano, evocamos su sencillez y su grandeza con entrañable afecto y gratitud. Fue uno de los más grandes intelectuales que ha dado México. Ahora lo extrañamos y siempre lo extrañaremos.
sábado, 6 de agosto de 2011
ALCOHOLISMO, INFIERNO
El alcoholismo es el infierno. Lentamente, dramáticamente, dolorosamente, he visto vidas hermosas que se apagan bajo sus efectos. Recordemos que el alcohol, desde que existe memoria, ha sido parte de la vida social en todos los tiempos. Está incorporado a nuestras existencias. Y en ocasiones, de una u otra forma, su adicción y sus consecuencias nos han alcanzado. Actualizándonos, recordemos el debate y sus resultados sobre el presidente alcohólico. O como sucedió con el galardonado Premio Nobel de Literatura el mexicano Octavio Paz que perdió a su padre bajo los estragos del alcohol en un accidente el 8 de marzo de 1936. A unos nos tocó también perder, bajo sus consecuencias, a seres queridos que bien pudieron ser hombres extraordinarios. A otros le ha tocado ver cómo se van consumiento en un abismo sin fondo, sus seres amados o personas allegadas. Es como si estuvieran atrapados en una telaraña sin escape alguno. Sólo nos queda reflexionar que ante este vicio, no sólo los hombres trascendentes, sino los hombres comunes como el que escribe, estamos expuestos a la adicción, a sus consecuencias y a caminar inexorablemente por ese laberinto que primero degrada, ensucia y envilece, y después devora y tiene un destino: La muerte. En esta sociedad inhumana que padecemos, o en este capitalismo que nos utiliza y nos devora, todos caminamos junto al filo de muchas navajas invisibles. Podemos cortarnos y desangrarnos en cualquier momento. Nadie está exento.
miércoles, 27 de julio de 2011
Cabral, Amor y Canto a la Vida
Facundo Cabral amó y cantó a la vida. Alguna noche conversé con él, en la década de los 80. "Soy un anarquista" me dijo hasta cinco veces. La concepción de anarquismo es vasta. Hoy puedo interpretarlo al tiempo y al través de los años, ahora que se ha ido para siempre, que anarquismo para él fue crítica a la sociedad buscando continuamente el cambio hacia un mundo sin cadenas y con libertad absoluta.
Cabral tuvo una vida complicada. Siempre salió adelante. Dolor hubo en su paso por la tierra. Basta recordar las trágicas muertes de su esposa y de su hija. Por la UNESCO fue declarado en 1996 Mensajero Mundial de la Paz. Fue miembro honorario de Amnistía Internacional.
Facundo Cabral cayó asesinado en la ciudad de Guatemala el sábado 9 de julio a las 5:20 de la mañana. Hoy lo recordamos con aquella frase suya: "Haz sólo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible. Y sin esfuerzo porque te mueve la ley natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija, la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaron 3 o 4 meses de vida".
O aquella otra frase: "De mi madre aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo le puedes decir basta a los hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a las tarjetas de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida por el camino perdido".
Facundo Cabral cayó asesinado en la ciudad de Guatemala el sábado 9 de julio a las 5:20 de la mañana. Hoy lo recordamos con aquella frase suya: "Haz sólo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor. Entonces habrá plenitud, y en esa plenitud todo es posible. Y sin esfuerzo porque te mueve la ley natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija, la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaron 3 o 4 meses de vida".
O aquella otra frase: "De mi madre aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo, ahora mismo le puedes decir basta a los hábitos que te destruyen, a las cosas que te encadenan, a las tarjetas de crédito, a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida por el camino perdido".
martes, 3 de mayo de 2011
ESTAMOS HASTA LA MADRE
Carta Abierta a los Políticos y a los Criminales
Por Javier Sicilia
El brutal asesinato de mi hijo Juan Francisco, de Julio César Romero Jaime, de Luis Antonio Romero Jaime y de Gabriel Anejo Escalera, se suma a los de tantos otros muchachos y muchachas que han sido igualmente asesinados a lo largo y ancho del país a causa no sólo de la guerra desatada por el gobierno de Calderón contra el crimen organizado, sino del pudrimiento del corazón que se ha apoderado de la mal llamada clase política y de la clase criminal, que ha roto sus códigos de honor.
No quiero, en esta carta, hablarles de las virtudes de mi hijo, que eran inmensas, ni de las de los otros muchachos que vi florecer a su lado, estudiando, jugando, amando, creciendo, para servir, como tantos otros muchachos, a este país que ustedes han desgarrado. Hablar de ello no serviría más que para conmover lo que ya de por sí conmueve el corazón de la ciudadanía hasta la indignación. No quiero tampoco hablar del dolor de mi familia y de la familia de cada uno de los muchachos destruidos. Para ese dolor no hay palabras –sólo la poesía puede acercarse un poco a él, y ustedes no saben de poesía–. Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre.
Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia.
De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido.
Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables Sonderkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes. Estamos hasta la madre porque su violencia se ha vuelto infrahumana, no animal –los animales no hacen lo que ustedes hacen–, sino subhumana, demoniaca, imbécil. Estamos hasta la madre porque en su afán de poder y de enriquecimiento humillan a nuestros hijos y los destrozan y producen miedo y espanto.
Ustedes, “señores” políticos, y ustedes, “señores” criminales –lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable–, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación. La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación –que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones– de la ciudadanía y de los medios. Esa indignación vuelve de nuevo a poner ante nuestros oídos esa acertadísima frase que Martí dirigió a los gobernantes: “Si no pueden, renuncien”. Al volverla a poner ante nuestros oídos –después de los miles de cadáveres anónimos y no anónimos que llevamos a nuestras espaldas, es decir, de tantos inocentes asesinados y envilecidos–, esa frase debe ir acompañada de grandes movilizaciones ciudadanas que los obliguen, en estos momentos de emergencia nacional, a unirse para crear una agenda que unifique a la nación y cree un estado de gobernabilidad real. Las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una marcha nacional el miércoles 6 de abril que saldrá a las 5:00 pm del monumento de la Paloma de la Paz para llegar hasta el Palacio de Gobierno, exigiendo justicia y paz. Si los ciudadanos no nos unimos a ella y la reproducimos constantemente en todas las ciudades, en todos los municipios o delegaciones del país, si no somos capaces de eso para obligarlos a ustedes, “señores” políticos, a gobernar con justicia y dignidad, y a ustedes, “señores” criminales, a retornar a sus códigos de honor y a limitar su salvajismo, la espiral de violencia que han generando nos llevará a un camino de horror sin retorno. Si ustedes, “señores” políticos, no gobiernan bien y no toman en serio que vivimos un estado de emergencia nacional que requiere su unidad, y ustedes, “señores” criminales, no limitan sus acciones, terminarán por triunfar y tener el poder, pero gobernarán o reinarán sobre un montón de osarios y de seres amedrentados y destruidos en su alma. Un sueño que ninguno de nosotros les envidia.
No hay vida, escribía Albert Camus, sin persuasión y sin paz, y la historia del México de hoy sólo conoce la intimidación, el sufrimiento, la desconfianza y el temor de que un día otro hijo o hija de alguna otra familia sea envilecido y masacrado, sólo conoce que lo que ustedes nos piden es que la muerte, como ya está sucediendo hoy, se convierta en un asunto de estadística y de administración al que todos debemos acostumbrarnos.
Porque no queremos eso, el próximo miércoles saldremos a la calle; porque no queremos un muchacho más, un hijo nuestro, asesinado, las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una unidad nacional ciudadana que debemos mantener viva para romper el miedo y el aislamiento que la incapacidad de ustedes, “señores” políticos, y la crueldad de ustedes, “señores” criminales, nos quieren meter en el cuerpo y en el alma.
Recuerdo, en este sentido, unos versos de Bertolt Brecht cuando el horror del nazismo, es decir, el horror de la instalación del crimen en la vida cotidiana de una nación, se anunciaba: “Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir”. Hoy, después de tantos crímenes soportados, cuando el cuerpo destrozado de mi hijo y de sus amigos ha hecho movilizarse de nuevo a la ciudadanía y a los medios, debemos hablar con nuestros cuerpos, con nuestro caminar, con nuestro grito de indignación para que los versos de Brecht no se hagan una realidad en nuestro país.
Además opino que hay que devolverle la dignidad a esta nación.
Por Javier Sicilia
El brutal asesinato de mi hijo Juan Francisco, de Julio César Romero Jaime, de Luis Antonio Romero Jaime y de Gabriel Anejo Escalera, se suma a los de tantos otros muchachos y muchachas que han sido igualmente asesinados a lo largo y ancho del país a causa no sólo de la guerra desatada por el gobierno de Calderón contra el crimen organizado, sino del pudrimiento del corazón que se ha apoderado de la mal llamada clase política y de la clase criminal, que ha roto sus códigos de honor.
No quiero, en esta carta, hablarles de las virtudes de mi hijo, que eran inmensas, ni de las de los otros muchachos que vi florecer a su lado, estudiando, jugando, amando, creciendo, para servir, como tantos otros muchachos, a este país que ustedes han desgarrado. Hablar de ello no serviría más que para conmover lo que ya de por sí conmueve el corazón de la ciudadanía hasta la indignación. No quiero tampoco hablar del dolor de mi familia y de la familia de cada uno de los muchachos destruidos. Para ese dolor no hay palabras –sólo la poesía puede acercarse un poco a él, y ustedes no saben de poesía–. Lo que hoy quiero decirles desde esas vidas mutiladas, desde ese dolor que carece de nombre porque es fruto de lo que no pertenece a la naturaleza –la muerte de un hijo es siempre antinatural y por ello carece de nombre: entonces no se es huérfano ni viudo, se es simple y dolorosamente nada–, desde esas vidas mutiladas, repito, desde ese sufrimiento, desde la indignación que esas muertes han provocado, es simplemente que estamos hasta la madre.
Estamos hasta la madre de ustedes, políticos –y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes, incluyendo a quienes componen los partidos–, porque en sus luchas por el poder han desgarrado el tejido de la nación, porque en medio de esta guerra mal planteada, mal hecha, mal dirigida, de esta guerra que ha puesto al país en estado de emergencia, han sido incapaces –a causa de sus mezquindades, de sus pugnas, de su miserable grilla, de su lucha por el poder– de crear los consensos que la nación necesita para encontrar la unidad sin la cual este país no tendrá salida; estamos hasta la madre, porque la corrupción de las instituciones judiciales genera la complicidad con el crimen y la impunidad para cometerlo; porque, en medio de esa corrupción que muestra el fracaso del Estado, cada ciudadano de este país ha sido reducido a lo que el filósofo Giorgio Agamben llamó, con palabra griega, zoe: la vida no protegida, la vida de un animal, de un ser que puede ser violentado, secuestrado, vejado y asesinado impunemente; estamos hasta la madre porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno, que es lo que hace a las buenas naciones; estamos hasta la madre porque esa corta imaginación está permitiendo que nuestros muchachos, nuestros hijos, no sólo sean asesinados sino, después, criminalizados, vueltos falsamente culpables para satisfacer el ánimo de esa imaginación; estamos hasta la madre porque otra parte de nuestros muchachos, a causa de la ausencia de un buen plan de gobierno, no tienen oportunidades para educarse, para encontrar un trabajo digno y, arrojados a las periferias, son posibles reclutas para el crimen organizado y la violencia; estamos hasta la madre porque a causa de todo ello la ciudadanía ha perdido confianza en sus gobernantes, en sus policías, en su Ejército, y tiene miedo y dolor; estamos hasta la madre porque lo único que les importa, además de un poder impotente que sólo sirve para administrar la desgracia, es el dinero, el fomento de la competencia, de su pinche “competitividad” y del consumo desmesurado, que son otros nombres de la violencia.
De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido.
Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar. Se han vuelto cobardes como los miserables Sonderkommandos nazis que asesinaban sin ningún sentido de lo humano a niños, muchachos, muchachas, mujeres, hombres y ancianos, es decir, inocentes. Estamos hasta la madre porque su violencia se ha vuelto infrahumana, no animal –los animales no hacen lo que ustedes hacen–, sino subhumana, demoniaca, imbécil. Estamos hasta la madre porque en su afán de poder y de enriquecimiento humillan a nuestros hijos y los destrozan y producen miedo y espanto.
Ustedes, “señores” políticos, y ustedes, “señores” criminales –lo entrecomillo porque ese epíteto se otorga sólo a la gente honorable–, están con sus omisiones, sus pleitos y sus actos envileciendo a la nación. La muerte de mi hijo Juan Francisco ha levantado la solidaridad y el grito de indignación –que mi familia y yo agradecemos desde el fondo de nuestros corazones– de la ciudadanía y de los medios. Esa indignación vuelve de nuevo a poner ante nuestros oídos esa acertadísima frase que Martí dirigió a los gobernantes: “Si no pueden, renuncien”. Al volverla a poner ante nuestros oídos –después de los miles de cadáveres anónimos y no anónimos que llevamos a nuestras espaldas, es decir, de tantos inocentes asesinados y envilecidos–, esa frase debe ir acompañada de grandes movilizaciones ciudadanas que los obliguen, en estos momentos de emergencia nacional, a unirse para crear una agenda que unifique a la nación y cree un estado de gobernabilidad real. Las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una marcha nacional el miércoles 6 de abril que saldrá a las 5:00 pm del monumento de la Paloma de la Paz para llegar hasta el Palacio de Gobierno, exigiendo justicia y paz. Si los ciudadanos no nos unimos a ella y la reproducimos constantemente en todas las ciudades, en todos los municipios o delegaciones del país, si no somos capaces de eso para obligarlos a ustedes, “señores” políticos, a gobernar con justicia y dignidad, y a ustedes, “señores” criminales, a retornar a sus códigos de honor y a limitar su salvajismo, la espiral de violencia que han generando nos llevará a un camino de horror sin retorno. Si ustedes, “señores” políticos, no gobiernan bien y no toman en serio que vivimos un estado de emergencia nacional que requiere su unidad, y ustedes, “señores” criminales, no limitan sus acciones, terminarán por triunfar y tener el poder, pero gobernarán o reinarán sobre un montón de osarios y de seres amedrentados y destruidos en su alma. Un sueño que ninguno de nosotros les envidia.
No hay vida, escribía Albert Camus, sin persuasión y sin paz, y la historia del México de hoy sólo conoce la intimidación, el sufrimiento, la desconfianza y el temor de que un día otro hijo o hija de alguna otra familia sea envilecido y masacrado, sólo conoce que lo que ustedes nos piden es que la muerte, como ya está sucediendo hoy, se convierta en un asunto de estadística y de administración al que todos debemos acostumbrarnos.
Porque no queremos eso, el próximo miércoles saldremos a la calle; porque no queremos un muchacho más, un hijo nuestro, asesinado, las redes ciudadanas de Morelos están convocando a una unidad nacional ciudadana que debemos mantener viva para romper el miedo y el aislamiento que la incapacidad de ustedes, “señores” políticos, y la crueldad de ustedes, “señores” criminales, nos quieren meter en el cuerpo y en el alma.
Recuerdo, en este sentido, unos versos de Bertolt Brecht cuando el horror del nazismo, es decir, el horror de la instalación del crimen en la vida cotidiana de una nación, se anunciaba: “Un día vinieron por los negros y no dije nada; otro día vinieron por los judíos y no dije nada; un día llegaron por mí (o por un hijo mío) y no tuve nada que decir”. Hoy, después de tantos crímenes soportados, cuando el cuerpo destrozado de mi hijo y de sus amigos ha hecho movilizarse de nuevo a la ciudadanía y a los medios, debemos hablar con nuestros cuerpos, con nuestro caminar, con nuestro grito de indignación para que los versos de Brecht no se hagan una realidad en nuestro país.
Además opino que hay que devolverle la dignidad a esta nación.
***
Extracto de la carta publicada en la revista Proceso, núm. 1796, 2 de abril de 2011.El adiós a la poesía, de Javier Sicilia |
Frente al asesinato de su hijo Juan Francisco, Javier Sicilia declaró que no escribiría ya más poesía. Así se despidió del género lírico, en un poema leído públicamente el 1 de abril de 2011, frente al Palacio de Gobierno de Cuernavaca, Morelos: El mundo ya no es digno de la palabra nos la ahogaron adentro como te asfixiaron como te desgarraron a ti los pulmones y el dolor no se me aparta sólo queda un mundo. Por el silencio de los justos sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo el mundo ya no es digno de la palabra, es mi último poema, no puedo escribir más poesía… la poesía ya no existe en mí. |
Javier Sicilia y su familia. |
sábado, 12 de marzo de 2011
¡Ay Mercedes, Cuánto te Queremos!
El presente texto fue escrito antes de la muerte de la cantante argentina. No le haremos modificación alguna. Queda como homenaje a una de las mujeres más destacadas de nuestra América.
Mercedes Sosa es una mujer intensa. La mejor cantante del folclor latinoamericano. Solidaria con las causas de los explotados y de los que menos tienen. Nació en San Miguel de Tucumán, Argentina, el 9 de julio de 1935. Conocerle y considerarme su amigo es uno de los grandes sucesos de mi vida.
Con sus hechos, Mercedes Sosa, "La Negra Sosa", ha ido paso a paso por los senderos del mundo, tejiendo su leyenda.
CONMOVEDORA
Su voz es emotiva, cálida, profunda y bella. Y su personalidad, arrolladora y conmovedora: Después del golpe de estado del 24 de marzo de 1976, se quedó en Argentina. La sanguinaria Junta Militar prohibió sus discos y sus presentaciones, hasta que, contraviniendo las órdenes militares y exponiendo su vida, en un concierto en La Plata, en 1979, Mercedes fue cacheada y detenida con todo el público asistente. Después fue a exiliarse, primero en París, y después en Madrid.
NO A LA DICTADURA
En 1982, tras la fracasada Guerra de las Malvinas, y los militares en huída que tuvieron que traspasar el poder a los civiles, Mercedes regresó a Argentina y realizó una serie de conciertos en el Teatro Opera de Buenos Aires. Fueron eventos apoteósicos, convertidos en un no a la dictadura militar.
GIRAS MEMORABLES
Sus giras mundiales han sido memorables: En el Carnegie Hall de Nueva York recibió una ovación de quince minutos. En Europa, en América Latina, a teatro lleno sus presentaciones. En Guadalajara su presencia iluminó el Teatro Degollado. Fue aquí donde nos conocimos, en la década de los 80.
Mercedes ha sido convocada para cantar con los más grandes del mundo: Pavarotti, Nana Mouskouri, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Andrea Bocelli y Sting, entre otros.
SHAKIRA
En el Festival Alas, celebrado el domingo 19 de marzo de 2008, Shakira dijo: "Y ahora tengo el inmenso honor de compartir este momento, este escenario, con la voz más grande que ha dado el folclor latinoamericano. Tengo el corazón inflamado de emoción, realmente es un sueño hecho realidad, y es un honor para mí, invitar a que esté aquí con nosotros y cante conmigo una canción, la señora, la grande, la gran Mercedes Sosa. Por favor un aplauso gigante como su corazón y su voz". Después cantaron La Maza de Silvio Rodríguez, otro grande. Qué bello fue.
BESOS
¿Qué son los besos? Un contacto de labios con otro ser, una muestra de cariño, de estimación, de afecto, de hermandad, de amistad, de amor. Cuando alguien te envía un beso, o te da un beso en la mejilla, nadie, jamás, te lo podrá quitar. Es tuyo. Así las veces que nos encontramos, Mercedes Sosa besó mis mejillas, con verdadero afecto. Llevo sus besos. En mi biblioteca tengo su fotografía con la más hermosa dedicatoria que alguien me haya dado jamás. Habla Mercedes de la hermandad, de la amistad y del amor. Se describe, describe su corazón.
CANSADA
Mercedes Sosa, con 73 años de edad, está cansada, ha tenido una vida plena e intensa. A causa de una neumonía el pasado mes de abril fue hospitalizada por diez días. Pero nunca descansará, lo sabemos sus amigos del mundo. Estará activa hasta el último latido de su corazón, grande, grande.
AMIGA EXCEPCIONAL
Así la existencia de Mercedes Sosa, amiga excepcional, ejemplo para las nuevas generaciones de lo que debe ser una vida útil y generosa. Mercedes ha dado belleza al mundo con su canto y ha luchando al lado de su pueblo en contra de los feroces militares que sólo han alcanzado como destino el basurero de la historia.
GRACIAS A LA VIDA
¿Quién no ha escuchado Gracias a la Vida de la chilena Violeta Parra en la bella voz de Mercedes Sosa?
GRACIAS A LA VIDA
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
graba noche y día grillos y canarios;
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano;
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
graba noche y día grillos y canarios;
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano;
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
NO TE VAYAS
Si en este momento me encontrara ante sus ojos, le abrazaría, le besaría y le diría: ¡Ay Mercedes, cuánto te queremos! ¡Quédate con nosotros, no te vayas otra vez por los senderos del mundo! ¡Ay Mercedes, cuánto te queremos!
Mercedes con Cristina Fernández, Presidenta de Argentina |
Mercedes con el Rafael Correa, Presidente de Ecuador |
Con Luciano Pavarotti |
Con Shakira |
Renato Leduc, la Solidaridad
Yo vivo de lo poco que aún me queda de usted, su perfume, su acento, una lágrima suya que mitigó mi sed.
Vivo de una sonrisa que usted nunca supo cuándo me donó.
Renato Leduc
Renato Leduc fue uno de los periodistas y escritores mexicanos más importantes del siglo XX. Nació el 16 de noviembre de 1897, en Tlalpan, hoy parte de la ciudad de México. Su juventud fue marcada por la Revolución Mexicana. Se desempeñó como telegrafista de la División del Norte, al lado de Francisco Villa.
Fue caminante de las calles del mundo. Utilizó todos los transportes. Ya viejo y cansado, contadas ocasiones le escuché articular una mala palabra, aunque tenía fama de mal hablado. Comisionado por la Secretaría de Hacienda trabajó en París por 10 años y allí le tocó la segunda guerra mundial. Tuvo suerte con las mujeres: La inglesa Leonora Carrington, pintora surrealista, hoy de fama universal, fue su esposa. La estrella mexicana María Félix le propuso matrimonio y él se negó respondiendo que quería seguir llamándose señor Leduc, y no señor Félix. En la ciudad de México, en el centro de un jardín, el presidente López Portillo develó un busto en su honor. Renato Leduc, presente. Después me dijo que los monumentos sólo sirven para que las palomas los ensucien.
NUESTRO ENCUENTRO
Fue caminante de las calles del mundo. Utilizó todos los transportes. Ya viejo y cansado, contadas ocasiones le escuché articular una mala palabra, aunque tenía fama de mal hablado. Comisionado por la Secretaría de Hacienda trabajó en París por 10 años y allí le tocó la segunda guerra mundial. Tuvo suerte con las mujeres: La inglesa Leonora Carrington, pintora surrealista, hoy de fama universal, fue su esposa. La estrella mexicana María Félix le propuso matrimonio y él se negó respondiendo que quería seguir llamándose señor Leduc, y no señor Félix. En la ciudad de México, en el centro de un jardín, el presidente López Portillo develó un busto en su honor. Renato Leduc, presente. Después me dijo que los monumentos sólo sirven para que las palomas los ensucien.
NUESTRO ENCUENTRO
Era la época del boato del presidente López Portillo. Yo asistí a un concierto en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. El programa, música de Stravinsky. En el intermedio subí al primer piso rumbo a los palcos oficiales, quería saludar al licenciado Juan José Bremer, director del Instituto Nacional de Bellas Artes. No lo encontré, pero entre personas que conversaban, reconocí una que había visto en fotografías: Era Renato Leduc que hablaba con un hombre y una mujer, jóvenes, que después amablemente me presentó. Eran sus hijos. Esa noche me dijo que no le agradaba la música clásica y la ópera. No así la música contemporánea. Desde ese primer encuentro iniciamos una bella amistad que se prolongó hasta su muerte. Me recibía con los brazos abiertos en su casa de Mónico Neck 23 de la ciudad de México, allí nuestras pláticas, sus consejos a un joven periodista, su afecto de un colega viejo a un colega joven. Después, la distancia nos separó. El, en la ciudad de México, yo, en la ciudad de Guadalajara. La última vez que le vi, fue aquí, bebimos un par de tequilas y nos abrazamos para no volvernos a ver más. Qué tristeza.
Renato escribió en muchas publicaciones. Principalmente en Excélsior, Ovaciones y la revista Siempre!
Y lenta, suavemente, al través de los años, el también extraordinario poeta, fue tejiendo su leyenda de bohemio. Las cantinas y los toros también formaron parte de su vida.
Soneto del tiempo
Soneto del tiempo
Sabia virtud de conocer el tiempo;
a tiempo amar y desatarse a tiempo;
como dice el refrán: dar tiempo al tiempo...
que de amor y dolor alivia el tiempo.
Aquel amor a quien amé a destiempo
martirizóme tanto y tanto tiempo
que no sentí jamás correr el tiempo
tan acremente como en ese tiempo.
martirizóme tanto y tanto tiempo
que no sentí jamás correr el tiempo
tan acremente como en ese tiempo.
Amar queriendo como en otro tiempo
-ignoraba yo aún que el tiempo es oro-
cuánto tiempo perdí -¡ay!- cuánto tiempo.
-ignoraba yo aún que el tiempo es oro-
cuánto tiempo perdí -¡ay!- cuánto tiempo.
Y hoy que de amores ya no tengo tiempo,
amor de aquellos tiempos, cómo añoro
la dicha inicua de perder el tiempo...
amor de aquellos tiempos, cómo añoro
la dicha inicua de perder el tiempo...
El Soneto del Tiempo se hizo famoso cuando fue letra de una canción que alcanzó gran popularidad. Para los críticos, la obra más importante de Renato Leduc, no es la periodística, sino la literaria. Escribió libros: El Aula, 1929; Unos cuantos sonetos, 1932; Algunos Poemas deliberadamente románticos, 1933; Breve glosa del libro del Buen Amor,1939; Versos y Poemas, 1940; Desde París, 1942; Fabulillas de animales, niños, y espantos, 1957; Catorce Poemas burocráticos y un corrido reaccionario, 1962; Prometeo, La Odisea, la Eclidiana,1968. Parte de esta obra es erótica.
SU CASA, MÁS QUE MODESTA
Recuerdo la sala de su casa, más que modesta. En la pared un solo cuadro, en óleo una figura serpenteada de un hombre, regalo de mi querido y bien recordado amigo el pintor jaliscience Gabriel Flores. Hasta sus últimos días Renato Leduc fue un periodista honrado, vivía de la escritura, de sus artículos que le pagaban los dueños de los periódicos, y que con él, ganaban en prestigio.
Murió pobre, se fue al cielo el primero de octubre de 1986.
Renato nos ha dejado un invaluable testimonio de vida en sus incontables protestas en los periódicos en contra de los actos injustos y atrabiliarios del Estado mexicano.
Hoy recordamos su sencillez que siempre reflejó su grandeza, y esa solidaridad inolvidable con las mejores causas de los que tienen menos.
Esas, sí, virtudes de los hombres verdaderos.
Leonora Carrington, joven |
María Felix |
Mi amigo Renato Leduc |
Georges Sebastian, la Generosidad
Sebastian, 1949, París. Fotografía de la Revista LIFE. |
Letra de Georges Sebastian |
Generosidad, sólo generosidad conocí de Georges Sebastian, el legendario director de orquesta húngaro. Y cómo me encantaba escuchar, emocionado, de su voz narrar los grandes acontecimientos de su vida.
De adolescente, mis discos entrañables con música de Richard Wagner, fueron con orquestas dirigidas por Georges Sebastian. En otros acetatos acompañaba a la legendaria soprano noruega Kirsten Flagstad.
LA LLEGADA
Bajo el patrocinio de Carmen Romano de López Portillo, Georges Sebastian llegó a nuestro país. Sería el director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de México. El Palacio de Bellas Artes, su nueva casa. Y había que presentarlo en una gira nacional que iniciaría en Guadalajara.
NUESTRO ENCUENTRO
Aquí, yo lo esperaba. Cuando nos vimos por primera vez hubo una identificación plena, pareció que nos conocíamos de toda la vida. Este día que retengo en mi memoria, es uno de los mejores de mi existencia: Convivir, en una tarde lluviosa, con él y con su esposa, y más tarde, partir a su misión, acompañándolo al Teatro Degollado.
EL CONCIERTO
En el teatro, antes de entrar a su camerino, Georges me dijo: "Te quedas con mi esposa, después nos llevarás a cenar".
Pocas ocasiones en mi existencia mi alma se emocionó tanto. En primera fila, su esposa y yo. Allá arriba, la Orquesta Sinfónica Nacional de México dirigida por Georges Sebastian. Fue un estremecedor programa wagneriano. Cuando inició la obertura de los Maestros Cantores de Nuremberg, me fui al cielo. Cuando el Preludio y Muerte de Amor de Tristán e Isolda, volé más allá de la luna. Fue la belleza. La belleza plena.
LA CENA
Terminado el concierto, muy contento me dijo: "Escoge el resturant". Georges, su esposa francesa y yo, llegamos a La Copa de Leche, un elegante lugar que ya no existe.
Sebastian en la cabecera de la mesa, su esposa a la derecha, yo a la izquierda. Después llegó un grupo de cinco personas, funcionarios e integrante de la orquesta. Sebastian me preguntó: "¿Qué vas a cenar?". Dudé, respondí lo primero que se me ocurrió: spaghetti a la boloñesa. El dijo: "Yo también", y su esposa respondió lo mismo. Yo, feliz, le recordé a la orquesta de sus amores: La RIAS, y entonces desaparecieron todos de la mesa, sólo Georges y yo quedamos conversando. Así fue siempre.
PARÍS
El momento estelar de Georges Sebastian fue el 19 de diciembre de 1958. Desde Aristóteles Onassis, Brigitte Bardot y Alain Delon, hasta el presidente de Francia, René Coty, asistieron al evento que para muchos fue del siglo: El debut de Maria Callas en París, la soprano dramática más importante de la segunda mitad del siglo XX. Los ojos de allá estaban atentos a lo que acontecería en el Teatro Nacional de la Opera, el más bello. Por primera vez se televisó un evento a toda Europa. Maria Callas, la Diva Divina, la Orquesta Nacional de Francia y los coros, bajo la dirección de Georges Sebastian. París fue para él la ciudad de sus glorias. El Teatro de la Opera Cómica y el Teatro Nacional de la Opera, sus verdaderas casas.
RUSIA
Georges, de 1931 a 1937, vivió en la Unión Soviética. Dirigió a la Orquesta Sinfónica de la Radio de Moscú. En la capital de Rusia dirigió la obra orquestal completa de Chaikovski. Al terminar el último concierto, -seguramente emocionado-, José Stalin se presentó en el camerino de Sebastian y le invitó a cenar con champán del Cáucaso. Me imagino observar a los dos, entre la guardia personal del dictador.
LEONTYNE PRICE
Cómo no recordar el debut en París de Leontyne Price. Inigualable, cantó Aída bajo la batuta de Georges Sebastian, en el Teatro Nacional de la Opera.
ENTRE DIRECTORES
Una tarde, Sebastian que conocía mi amistad con Kenneth Klein, director de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara, me dijo: "Dile a tu amigo que cuándo me invita a dirigir su orquesta". Se lo comenté a Kenneth. Nunca llegó el dia.
BRAZOS GENEROSOS
Georges y su esposa francesa siempre me recibieron con los brazos abiertos en la ciudad de México. El, verdadero amigo, se interesó por mis actividades. Un día, sin amargura, me comentó que estaba próximo a irse del país. Le vi cansado, muy cansado. Cuando platicábamos más de media hora, uno de sus párpados se iba cayendo lentamente, también uno de sus brazos, no lo podía evitar. Todo tiene un tiempo en la vida. El último día que le visité, al despedirnos, le abracé y le besé su mano derecha. Se sorprendió. Y me volvió a abrazar. Pasó un mes y le busqué. Se había ido con su esposa para siempre. Sólo obtuve una dirección en Ginebra, Suiza.
AL CIELO
Georges Sebastian nació el 17 de agosto de 1903, en Budapest, Austro-Hungría, y el miércoles 12 de abril de 1989 se fue al cielo. Allá le estaban esperando, impacientes, Kirsten Flagstad y Maria Callas, muy tomadas de la mano. Georges vivió sus últimos días, cerca de París, la ciudad de sus glorias y de sus amores.
¿TENDRÉ RESPUESTA?
Nos volveremos a encontrar, seguramente.
Y cuando ocurra, Georges me preguntará: ¿Qué hiciste en los últimos años de tu vida? Y hoy me pregunto: ¿Tendré respuesta para mi querido y entrañable amigo?
Imagen de Kirsten Flagstad en un avión noruego. |
Maria Callas, la Diva Divina |
Kenneth Klein y la Orquesta Sinfónica de Londres
Kenneth Klein. Foto Christian Steiner. |
Carta de Kenneth Klein |
A Kenneth Klein y a mí nos unió en amistad y para siempre un suceso desagradable: Su salida como director titular de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara. La alta burocracia gubernamental, sin explicación coherente, decidió quitarlo. Cosas de México. Por ejemplo, si el gobernador en turno tiene la ocurrencia de que su chofer sea el secretario de cultura, así será.
Después, fui a visitar a Kenneth, yo estaba molesto por lo sucedido. Le escuché. Tranquilo me dijo: "Me voy, ya no me quieren".
En aquel tiempo, 1978, yo era jefe de la sección cultural del desaparecido semanario La Opinón. Llegó mi respuesta: Cinco semanas a plana entera acusé de atrabiliarias a las autoridades que manejaban la pervertida política cultural del estado. Nada pasó, la decisión estaba tomada. Y así fue.
Y nada contó: Por invitación del célebre compositor mexicano Carlos Chávez, quien lo había visto dirigir a la Orquesta Sinfónica de los Angeles, Kenneth Klein había llegado, en 1967, a la capital de Jalisco para hacerse cargo de la dirección titular de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara. Sustituyó al bien recordado y querido Eduardo Mata que a sus 23 años ya volaba alto, muy alto. Kenneth dejó Estados Unidos, trabajó con los músicos, sus repertorios fueron de vanguardia, y también, principalmente, de difusión de la música mexicana. Cuando actuaba de director invitado, riguroso, incluía lo nuestro. Fue un embajador musical de México por todo el mundo. Sin embargo, su salida le ayudó a proyectarse internacionalmente.
Antes de partir, me invitó a su casa del Fraccionamiento Monraz, me dio las gracias por mis artículos, me dijo que siempre los llevaría en el corazón. Me esperaba con una botella de cognac Bisquit, nos fuimos a un rincón del estudio, arriba de nosotros, en la pared, una fotografía del chelista español Pablo Casals, su entrañable amigo, y allí de copa en copa, vaciamos la botella. Recorrimos nuestros años de amistad. El sabía que un periodista honrado no ganaba lo suficiente. Se iba para no volver. Su familia en Estados Unidos era acaudalada. Me dijo que si quería ir a trabajar allá. Le agradecí y le dije no. Nos despedimos, nos abrazamos, me susurró: "Ven mañana, tengo algo para tí". Y así fue, me dio una carta de presentación con elogios excesivos a mi persona, dirigida a su amiga Margarita López Portillo, hermana del presidente de México, y directora de Radio, Televisión y Cinematografía. El fin: ubicarme en un trabajo bien pagado. Hacía dos meses, a esta distinguida señora, Kenneth, con otras personalidades, en el Carnegie Hall de Nueva York, le habían realizado un concierto-homenaje con la Orquesta Sinfónica Americana. Ella estaba muy agradecida. No le iba a negar nada. Le di las gracias, salí emocionado sólo porque yo sabía que tal vez no lo volvería a ver. ¿Era un amigo menos?
Con la carta en la mano, caminé por la avenida México. Margarita, la adorada hermana del presidente nunca me conocería. No fui a verla.
Ya lejos, en otros tiempos, recordé a Kenneth, sentí nostalgia por su ausencia, y le escribí a su casa de Beverly Hills. La respuesta: Una larga carta de cuatro páginas: Otra vez me agradecía mis artículos y me hablaba de las orquestas que en Europa había dirigido: La Orquesta Sinfónica de Londres, la Orquesta Nacional de Francia, la Orquesta de la Suisse Romana. Y tres discos: Uno decía en la portada: Skiscrapers/Kenneth Klein/London Symphony Orchestra/. El otro: New York Virtuosi/Kenneth Klein/conductor. Y Música Mexicana con la Orquesta Sinfónica Nacional de México. Todavía me emociona ese momento.
Después volví a saber: En la gira latinoamericana del Ballet Bolshoi con todas sus estrellas, Kenneth era el director de la orquesta y estaría en el auditorio nacional de la ciudad de México. No vino a Guadalajara. Y salían tres discos: Kenneth Klein con la Real Orquesta Filarmónica de Londres, con la Orquesta Filarmónica de Londres, y con la Orquesta Filarmónica de Moscú.
¿Qué haría uno en la vida sin los amigos, aunque sea, lejos, muy lejos?
Después, fui a visitar a Kenneth, yo estaba molesto por lo sucedido. Le escuché. Tranquilo me dijo: "Me voy, ya no me quieren".
En aquel tiempo, 1978, yo era jefe de la sección cultural del desaparecido semanario La Opinón. Llegó mi respuesta: Cinco semanas a plana entera acusé de atrabiliarias a las autoridades que manejaban la pervertida política cultural del estado. Nada pasó, la decisión estaba tomada. Y así fue.
Y nada contó: Por invitación del célebre compositor mexicano Carlos Chávez, quien lo había visto dirigir a la Orquesta Sinfónica de los Angeles, Kenneth Klein había llegado, en 1967, a la capital de Jalisco para hacerse cargo de la dirección titular de la Orquesta Sinfónica de Guadalajara. Sustituyó al bien recordado y querido Eduardo Mata que a sus 23 años ya volaba alto, muy alto. Kenneth dejó Estados Unidos, trabajó con los músicos, sus repertorios fueron de vanguardia, y también, principalmente, de difusión de la música mexicana. Cuando actuaba de director invitado, riguroso, incluía lo nuestro. Fue un embajador musical de México por todo el mundo. Sin embargo, su salida le ayudó a proyectarse internacionalmente.
Antes de partir, me invitó a su casa del Fraccionamiento Monraz, me dio las gracias por mis artículos, me dijo que siempre los llevaría en el corazón. Me esperaba con una botella de cognac Bisquit, nos fuimos a un rincón del estudio, arriba de nosotros, en la pared, una fotografía del chelista español Pablo Casals, su entrañable amigo, y allí de copa en copa, vaciamos la botella. Recorrimos nuestros años de amistad. El sabía que un periodista honrado no ganaba lo suficiente. Se iba para no volver. Su familia en Estados Unidos era acaudalada. Me dijo que si quería ir a trabajar allá. Le agradecí y le dije no. Nos despedimos, nos abrazamos, me susurró: "Ven mañana, tengo algo para tí". Y así fue, me dio una carta de presentación con elogios excesivos a mi persona, dirigida a su amiga Margarita López Portillo, hermana del presidente de México, y directora de Radio, Televisión y Cinematografía. El fin: ubicarme en un trabajo bien pagado. Hacía dos meses, a esta distinguida señora, Kenneth, con otras personalidades, en el Carnegie Hall de Nueva York, le habían realizado un concierto-homenaje con la Orquesta Sinfónica Americana. Ella estaba muy agradecida. No le iba a negar nada. Le di las gracias, salí emocionado sólo porque yo sabía que tal vez no lo volvería a ver. ¿Era un amigo menos?
Con la carta en la mano, caminé por la avenida México. Margarita, la adorada hermana del presidente nunca me conocería. No fui a verla.
Ya lejos, en otros tiempos, recordé a Kenneth, sentí nostalgia por su ausencia, y le escribí a su casa de Beverly Hills. La respuesta: Una larga carta de cuatro páginas: Otra vez me agradecía mis artículos y me hablaba de las orquestas que en Europa había dirigido: La Orquesta Sinfónica de Londres, la Orquesta Nacional de Francia, la Orquesta de la Suisse Romana. Y tres discos: Uno decía en la portada: Skiscrapers/Kenneth Klein/London Symphony Orchestra/. El otro: New York Virtuosi/Kenneth Klein/conductor. Y Música Mexicana con la Orquesta Sinfónica Nacional de México. Todavía me emociona ese momento.
Después volví a saber: En la gira latinoamericana del Ballet Bolshoi con todas sus estrellas, Kenneth era el director de la orquesta y estaría en el auditorio nacional de la ciudad de México. No vino a Guadalajara. Y salían tres discos: Kenneth Klein con la Real Orquesta Filarmónica de Londres, con la Orquesta Filarmónica de Londres, y con la Orquesta Filarmónica de Moscú.
¿Qué haría uno en la vida sin los amigos, aunque sea, lejos, muy lejos?
Kenneth Klein y el célebre Ballet Bolshoi |
Kenneth Klein y Carlos Esparza |
Kenneth Klein, programa de concierto con la Sinfónica de Londres. |
Kenneth Klein con la Orquesta Sinfónica de Londres |
Grabación con la Orquesta Filarmóníca de Londres
Disco con la Orquesta Filarmónica de Moscú
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