domingo, 9 de octubre de 2011

Tlatelolco, 2 de Octubre de 1968

Y ERA NUESTRA HERENCIA

Por CARLOS MONSIVÁIS

Y  ERAN las seis y diez de la tarde y de pronto, mientras el equipo de sonido divulgaba otra exhortación, rayó el cielo el fenómeno verde emitido por un helicóptero, el efluvio verde, la señal verde de una luz de bengala "desde la niebla de los escudos", desde el reposo de lo inesperado.

Y se oyeron los primeros tiros y alguien cayó en el tercer piso del Edificio Chihuahua y todos allí arriba se arrojaron al suelo y brotaron hombres con la mano vendada o el guante blanco y la exclamación "Batallón Olimpia" y el gesto era iracundo, frenético, como detenido en los confines del resentimiento, como hipnótico, gesto que se descargaba una y mil veces, necesidad óptica, engendro de la claridad solar desaparecida, descomposición del instante en siglos alternados de horror y de crueldad.

Y el gesto detenido en la sucesión de reiteraciones se perpetuaba: la mano con el revólver, la mano con el revólver, la mano con el revólver.

Y alguien alcanzó a exclamar: "No corran. Es una provocación!". Y como otro gesto inacabable se opuso la V de la Victoria a la mano con el revólver y el crepúsculo agónico dispuso de ambos ademanes y los eternizó y los fragmentó y los unió sin término, plenitud de lo inconcluso, plenitud de la proposición eleática: jamás abandonará la mano la protección de la V.

Y los tanques entraron a la plaza y venían los soldados a bayoneta calada y los soldados disponían al correr de esa pareja precisión que el cine de guerra ha eliminado (por infidelidad de la banda sonora) y que consiste en la certidumbre de la voz de mando, una voz de mando que se transformará en estatua o en gratitud de la patria, pero que antes es coraje y alimento, cansancio y fortaleza, severidad de los huesos, simiente de la obstinación, voz de mando que destruye los temores y las incitaciones, y cesó la imagen frente a la imagen y el universo se desintegró, ¡llorad amigos! Y el estruendo era terrible, como licencia de un sonido que puede ser múltiple y único, inescrutable y límpido. El clamor del peligro y el llanto diferenciado de las mujeres y la voz precaria de los niños y los gemidos y los alaridos se reunieron como el crecimiento preciso de una vegetación donde los murmullos son del tamaño de un árbol y lo plantado por el hombre resiste las inclemencias de un sol paralizado. Y los alaridos se hundieron en la tierra preñándolo todo de oscuridad.

sábado, 8 de octubre de 2011

PIAZZA, UNA VIDA DEDICADA A LA CULTURA

LUIS GUILLERMO PIAZZA
Hubo un tiempo en que Luis Guillermo Piazza y Carlos Monsiváis por una amistad entrañable caminaron juntos, se les veía participar en eventos literarios en las décadas de los 70 y los 80. Después cada quien realizó su actividad intelectual por diferentes senderos.
Hablé por primera vez con Luis Guillermo Piazza  después de su participación con Carlos Monsiváis en una conferencia sobre el estado de la cultura en México, en la ciudad de Guadalajara.
Piazza fue un hombre agradable, de extraordinarios modales, educado, caballeroso, con una amigable sonrisa a flor de labios, y siempre dispuesto a dar un abrazo fraternal y sincero. Cuando me daba su mano y me abrazaba, sentía su afecto. Y cuando coincidiamos en  algún lugar, era capaz de desprenderse del grupo con el que convivía para ir a mi encuentro.

En sus visitas a Guadalajara nos hablábamos fraternalmente. El, argentino, había decidido vivir y morir en México, alguna vez me dijo. Muchos personas hablan de su ciclo de vida y mencionan la muerte, ese momento culminante en que desapareceremos.
El viernes 17 de agosto de 2007 murió Luis Guillermo. Al enterarme de su partida los recuerdos de nuestra amistad se agolparon. Vino a mí, aquella tarde en que nos reunimos en el legendario Cafe Tirol de la zona rosa en la ciudad de México, él esperaba a Carlos Monsiváis que nunca llegó, pero quien sí lo hizo fue el actor Enrique Alvarez Félix con el que tuvimos una plática muy agradable. Dejamos de vernos algún tiempo. El último día que convivimos fue una mañana soleada en Guadalajara y esa noche nos reunimos a beber la copa en el legendario Bar Los Panchos, en cuya pared colgaba una pintura de una mujer, -me dijo Piazza con cierto humor corrosivo-, muy parecida a Carmen Romano, entonces primera dama del país.
También llegó a mí el recuerdo de aquel día que le pedí un artículo para mi periódico independiente. Me dijo sí y que no recibiría ningún pago. Fue un gesto generoso, aunque nunca en firme le volví a plantear el asunto.
Hoy recordamos con gran afecto la figura de nuestro amigo el escritor argentino naturalizado mexicano Luis Guillermo Piazza, cuya vida se caracterizó por sus importantes aportaciones a la cultura nacional.
Sé que si Luis Guillermo viviera, este blog se honraría con su presencia.  Siempre lo extrañaremos.




LUIS GUILLERMO PIAZZA, SU VIDA
México, 17 Agosto de 2007 (Notimex).- El escritor argentino, naturalizado mexicano, Luis Guillermo Piazza, creador del Premio Novela México, y fundador de la Editorial Novaro, una de las primeras del país en publicar historietas, falleció hoy aquí a los 86 años de edad. Los restos de Piazza, doctor en Derecho por la Universidad de Harvard, son velados en su domicilio en la colonia Condesa, en una ceremonia privada, señaló en un comunicado el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL). Nacido en Córdoba, Argentina, en 1921, Piazza, quien también fue doctor en Letras Angloamericanas por la Universidad Nacional de Córdoba, fue editor durante aproximadamente 20 años de la Editorial Novaro, una de las primeras en publicar historietas como "Tarzán","Superman", "Batman" y "El capitán Marvel", entre otras. Como miembro de esa casa editorial, una de las más importantes fuentes del comic traducido en México, creó el Premio Novela México, con el cual se ha reconocido el trabajo de escritores de la talla de Fernando del Paso, mexicano, y el español Joan Marsé, por mencionar algunos. En esa misma editora dirigió las colecciones "Grandes Escritores Latinoamericanos" y "Nuevos Valores Mexicanos", en las que en su momento publicaron sus primeras obras algunos de los ahora más reconocidos escritores nacionales, como José Agustín. Asimismo fue fundador y secretario general de Acción Cultural del Acuerdo OEA-UNESCO-Gobierno de México, asesor de la Presidencia de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y Asesor Cultural de la Unión Panamericana OEA, y Cronista de la Zona Rosa. Piazza, quien desde hace varios años padecía el mal de Parkinson, fue fundador-colaborador del programa de televisión "Para Gente Grande", docente en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Universidad Iberoamericana y en la Sociedad General de Escritores de México. A nivel internacional fue seleccionado en varias ocasiones por la Universidad de Cambridge, Inglaterra, para el "Who's Who" de personalidades mundiales de la cultura y también se desempeñó como investigador asistente en la Universidad de Yale, Estados Unidos. También participó como columnista, editorialista y cronista en revistas como "SNOB", "Revista Mexicana de Literatura", "Vogue", "PlayBoy", "Excélsior" y "El Financiero".
En este último diario publicó hasta el momento de su muerte y dejó varias publicaciones inéditas, dijo el INBAL. Controvertida figura del medio literario mexicano, por su carácter corrosivo e irónico, Piazza mereció no obstante, los comentarios benévolos de Alfonso Reyes, Victoria Ocampo, Andrés Henestrosa, Margarita Michelena, Alejandro Rossi, Salvador Elizondo, Susan Sontang y René Avilés Fabila, entre otros. Los libros que escribió son: "El tuerto de oro" (Era 1963), "La mafia"(Joaquín Mortiz, 1968), "El horror inútil" (Planeta 1968), "Fábulas"(Sur 1969), "Temporada de excusas" (Grijalbo 1982) y "Los cómplices"(Diana 1983). Fue miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y dejó varios libros inéditos de crónica y de cuento. Trabajaba en varios proyectos reuniendo sus artículos publicados en las columnas de "Gente conocida" y "De fantasmas y desagravios", así como un libro sobre los intelectuales y la violencia. Descanse en Paz.