sábado, 2 de abril de 2022

DOCUMENTAL DEL INSTITUTO CERVANTES



EL LABERINTO

DE OCTAVIO PAZ

 

 

 


El mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura de 1990, ha cumplido el jueves 31 de marzo un aniversario más de su nacimiento. Hubo una ceremonia y ese mismo día sus cenizas fueron depositadas en el antiguo Colegio de San Ildefonso, un edificio construido por los jesuitas, en la ciudad de México. Sus cenizas reposan junto a las cenizas de María José Tramini, su última esposa, en un memorial diseñado por el artista Vicente Rojo. Octavio Paz había expresado su deseo de que sus restos no fueron depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres, sino en aquel antiguo edificio que lo había marcado para siempre, y en donde joven estudió la preparatoria y pudo admirar en sus paredes murales de grandes artistas. Octavio Paz falleció el domingo 19 de abril de 1998.


LA VIDA SENCILLA

Llamar al pan y que aparezca
sobre el mantel el pan de cada día;
darle al sudor lo suyo y darle al sueño
y al breve paraíso y al infierno
y al cuerpo y al minuto lo que piden;
reír como el mar ríe, el viento ríe,
sin que la risa suene a vidrios rotos;
beber y en la embriaguez asir la vida,
bailar el baile sin perder el paso,
tocar la mano de un desconocido
en un día de piedra y agonía
y que esa mano tenga la firmeza
que no tuvo la mano del amigo;
probar la soledad sin que el vinagre
haga torcer mi boca, ni repita
mis muecas el espejo, ni el silencio
se erice con los dientes que rechinan:
estas cuatro paredes, papel, yeso,
alfombra rala y foco amarillento?
no son aún el prometido infierno;
que no me duela más aquel deseo,
helado por el miedo, llaga fría,
quemadura de labios no besados:
el agua clara nunca se detiene
y hay frutas que se caen de maduras;
saber partir el pan y repartirlo,
el pan de una verdad común a todos,
verdad de pan que a todos nos sustenta,
por cuya levadura soy un hombre,
un semejante entre mis semejantes;
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos...
Y que a la hora de mi muerte logre
morir como los hombres y me alcance
el perdón y la vida perdurable
del polvo, de los frutos y del polvo.

OCTAVIO PAZ.

 

 

 

 

 


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